DINO SALUZZI EN CIUDAD CULTURAL KONEX

Sergio Pujol

Dino Saluzzi es el príncipe de los matices. Los marca desde su bandoneón, con esos hilitos de sonido que evolucionan desde el pianísimo hasta la voz voluminosa que, con autoridad, se sumará al tejido del ensamble. Los pide con un gesto de cabeza, o con alguna indicación por sobre los hombros. Mientras prolonga una nota que no frenará la barra de compás o acentúa una apoyatura larga, curva el cuerpo hacia atrás, los ojos cerrados en línea perpendicular con el cielo raso del teatro. En sintonía perfecta, sus músicos van moviendosonidos con igual sentido de intensidad y coloratura. Arpegios discontinuos de guitarra, palo de lluvia y platillos suaves desde la percusión, alguna nota pedal del saxo tenor y la armonía que puntea el bajo. Para Saluzzi, el matiz no es sólo una graduación de intensidad del sonido: es un modo de entender la música. Una presentación demorada; la introducción de algo que quizá nunca llegue, o llegue fugazmente, en forma de chacarera o zamba arrebatadas. Proporcionalmente, esas presencias bien folclóricas quedan algo rezagadas frente a las secciones sin melodía ni pulsación definida. Pero cuando irrumpen, se arma la fiesta. En esa ambigüedad referencial, en ese entrar y salir de las especies folclóricas,habita el modernismo de Saluzzi.

Recién galardonado con el Konex de Brillante 2015 en Música Popular, Dino Saluzzi y su ensamble presentaron en Ciudad Cultural Konex el material del discoEl valle de la infancia(2014), más el estreno de un ejercicio de fuga a cuatro voces y la milonga candombeada “Buenos días, doña María” (acaso el único hit del artista de ECM). El clan Saluzzi es un instrumento en cinco partes: Félix “Cuchara” en saxo tenor y clarinete, José María en guitarra española (o criolla, para decirlo pertinentemente), Matías en bajo y Jorge Savelon en batería. Se trata del formato favorito de Dino; al menos con el que suele presentarse en escenarios de Argentina y el mundo, y sin duda el que mejor responde a sus exigencias compositivas. Tres ámbitos culturales convergen en su música: el académico – para los desarrollos y algunos pasajes de escritura camarística, como los hermosos duetos de clarinete y bandoneón -, el jazzístico – para progresiones armónicas que por momentos recuerdan las modulaciones de Pat Metheny – y lógicamente el folclórico argentino, del que provienen el ritmo y ciertos giros de la melodía. Hablamos de un folclore del noroeste (Salta, siempre presente) y la pampa (esa milonga en vías de urbanización que a Saluzzi tanto le gusta, y que tan bien le sale). Pies ternarios que devienen binarios sin que nos demos cuenta. Y hablamos de una hibridación muy original, alguna vez llamada “fusión”, donde el imprevisto le saca alguna ventaja a las certezas de música popular.

Saluzzi concluyó su concierto haciendo un elogio de la música argentina más allá de toda especialización, más allá de toda etiqueta. ¿Cómo oponerse a ese brindis? Sin embargo, sus esfuerzos de tantos años a favor de una música argentina libre y creativa fueron exitosos en la medida que lograron articular con rigor algunos idiolectos regionales con otras influencias. Sólo la percepción de lo micro, sin el aspaviento de las generalizaciones, hizo de su música un artefacto imaginativo, cargado de matices y sorpresas. Como un etnógrafo de las fronteras entre lo rural y lo urbano, entre lo silvestre y lo sofisticado,Saluzzi es hoyel músico argentinomás empecinadamente original.

Concierto Dino Saluzzi Ensamble. Miércoles 9 de diciembre de 2015, Ciudad Cultural Konex, Buenos Aires.

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