Este martes 22 de Marzo se presentará en la ciudad de Rosario una charla – recital a cargo del periodista, escritor e historiador Sergio Pujol que recorrera los años más difíciles de nuestra historia reciente partiendo desde la dictadura de Onganía y haciendo foco en la dictadura militar iniciada el 24 de Marzo de 1976 y el rol de la música como factor de resistencia durante esos períodos. Galpón de la Música entrevisto a Sergio Pujol para que conozcas un poco más a este prestigioso escritor.
¿Cómo nace la necesidad de escribir un libro sobre el Rock y la dictadura?
Por dos razones; una intelectual y la otra más personal. En principio, no había mucha investigación sobre el tema, más allá de los trabajos, sin duda pioneros, de Pablo Vila. Yo venía de escribir La década rebelde. Los años 60 en la Argentina y me interesaba avanzar sobre el período 76-83 poniendo el foco en los jóvenes – principales víctimas de la dictadura – y la música con la que identificaban, aquella que motorizaba el espíritu rebelde en tiempos tan restrictivos para las libertades individuales. Y en un plano emocional, escribir sobre rock y dictadura fue regresar a mis años de estudiante universitario en una ciudad, La Plata, fuertemente afectada por la represión.
En lo personal… ¿cómo viviste esa etapa tan nefasta de nuestra historia?
La viví con temor – aún hoy, si veo un patrullero, me llevo mecánicamente la mano al bolsillo del pantalón para certificar que tengo el DNI –, pero también con excitación, ganas de salir, de conocer chicas, de ir a recitales, al cine, etc. En ese sentido, mis recuerdos de aquella etapa son contradictorios. Por eso, uno de los epígrafes con los que abro el libro, de Jean Paul Sartre, alude a esa mezcla de sensaciones. Sartre, que había vivido parte de su juventud bajo la ocupación nazi de Francia, afirmaba que toda época se define por su densidad carnal y viva. Esa “densidad” no puede reducirse a un solo factor. Por eso mi libro trata de la cotidianeidad de los jóvenes que no fueron víctimas directas del terrorismo de estado pero que debieron buscar resquicios, grietas en los espacios públicos para expresar su disenso en un clima de fuerte hostigamiento.
¿Qué rol ocupo el rock nacional en aquellos años?
El rock delimitó un espacio de disenso, de crítica a toda forma de autoritarismo. Si bien no aludió directamente a la dictadura – ni en sus letras, salvo contadas excepciones, ni en las declaraciones de sus principales artistas – su conformación como espacio contracultural supuso un cuestionamiento al estado de cosas. Fue quizá la única forma cultural que pudo mantener viva la llama rebelde de los años inmediatamente anteriores. Por ejemplo, no hubo en esos años mayor contraste que el que se operó entre el régimen educativo, de inspiración conservadora (una pedagogía de la renuncia, como lo estudiaron Carolina Kaufmann y Delfina Doval ) y la cultura rock, con sus códigos indumentarios, su circuito de consumos culturales, etc. Por eso mi libro está escrito a manera de crónica contrapuntística entre el discurso de la dictadura sobre la juventud y el rock como práctica socio-cultural. En esa disputa por el sentido de ser joven el rock jugó un papel importante. Digamos, contra-hegemónico.
¿Cuál crees es el cambio fundamental en el rock a partir de superada esa etapa?
Después de 1982 – señalo este año por el efecto Malvinas – el rock argentino, por entonces llamado “nacional”, se volvió masivo, pasó a ocupar un lugar central en las industrias culturales. Los medios le prestaron más atención que antes y hubo una percepción diferente por parte de la sociedad. Por supuesto, en términos estéticos muchos de sus cambios respondieron a tendencias internacionales (new wave, rock/pop, etc.), pero también hubo un diálogo más dinámico con los géneros tradicionales (pensemos en Fito Páez y su interés por el folclore y el tango), en la medida que la brecha generacional, tan marcada en los años 60/70, tendió a borrarse.
¿Cómo describirías la participación política de los referentes del rock en la actualidad?
¿Hay algún punto de comparación con aquella época?
No se me ocurren puntos de comparación. Durante largos años, el rock fue anti-institucional (Pensemos en el disco de Sui Generis sobre las instituciones), de sesgo libertario, si se quiere. Si bien hubo encuentros entre rock y política (en el 73, en el 83, en el 89, e incluso con el menemismo, si recordamos el encuentro de Menem con Charly García), los acercamientos del rock con el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner marcaron un nuevo tipo de relación, un compromiso más transparente y directo. Que esto se haya producido en un período calificado de “populista” no deja de ser paradójico, si pensamos en el carácter cosmopolita de la cultura rock. De todos modos, el populismo de hoy no es el de ayer. Lo mismo podemos decir del rock, claro.