Foto: Luciana Demichelis
Por Sergio Pujol
¿Nombres? Juan Quintero, Andrés Beeuwsaeert y Mariano Cantero. Decidieron devenir trío en La Plata, acaso en las aulas de la Facultad de Bellas Artes, urgidos por tocar y cantar sus propios arreglos de un cancionero de raíz folclórica y crecimiento arborescente. Parapetados tras los teclados, la guitarra criolla y la percusión irrestricta – la ausencia del bajo como desafío -, se llamaron Aca Seca y desarrollaron una música intensa e inteligente, basada en una gran diversidad rítmica – de la zamba al huayno, del rasguido doble al candombe –, un empleo virtuoso de la armonía y el contrapunto y una idea vocal/instrumental original, según la cual ninguna de las partes predomina sobre las otras. Notablemente, lograron que ese capital simbólico con el que fabricaron un lenguaje culto y popular, rozado por el jazz contemporáneo y la música brasileña, no los llevara al callejón sin salida del manierismo y la mera ejercitación de las técnicas aprendidas. La otra noche, con disco nuevo, volvieron a deleitarnos en La Plata, ciudad de la que, como decía Troilo en su célebre monólogo, en verdad nunca se fueron del todo.
Trino (Universidad Nacional de Tres de Febrero) es un disco relativamente breve – a propósito, la brevedad formal es otro rasgo distintivo de Aca Seca -, hecho sobre un mapa más bien rioplatense y litoraleño. Parte del fluvial “Otro atardecer” de Sebastián Macchi, sigue por el norteño “Paseo” de Quintero, luego se escucha la influencia de Mateo en “Ir yendo” del talentoso Edgardo Cardozo, y así sigue, auscultando compositores conocidos (Fandermole se hace presente en “Puerto pirata” y Fattoruso en “Formas”), poniendo en valor al pianista Sebastián Macchi y presentando composiciones de Quintero y Beeuwsaert. En el Teatro Coliseo también sonaron “Carcará”, “Clavelito blanco”, “Chiquita”, “Esa tristeza” y la muy bella “Ventanas” de José Flamenco.
¿Es esto fusión? La pregunta ronda la música de Aca Seca desde su fundación. Y en virtud de lo que cristalizó como estilo jazzístico en los años 80, habría que decir que no, que a diferencia de esas grandes hibridaciones a las que aspiraban llegar los músicos de jazz y rock, en este super trío hay un especial cuidado por que las rítmicas y las formas de lo tradicional – el pasado que, mutatis mutandis, sigue latiendo entre nosotros, si es que estamos dispuestos a escucharlo – conserven viva su identidad. Podríamos decir que antes que fusionar el folclore a ciertas modernidades, lo que Aca Seca busca es ampliarlo. Ciertamente, la experticia musical de este trío, que por momentos parece estar aquejado de horror al vacío sonoro, tensa los materiales, los complejiza al grado de introducir una fuga barroca en la introducción de un tema silvestre o amuchar varios acordes en un mismo compás (en ese sentido, la versatilidad guitarrística de Quintero, que nunca cesa su canto, es sorprendente). Pero la vivacidad de las voces, que por momentos dominan el espacio sonoro, y la ausencia de desarrollos instrumentales tediosos, amén de un gran conocimiento de lo que se está arreglando y tocando, le permiten a Aca Seca sortear aquellos riesgos y brindarnos una música llena de encanto y vitalidad.
Aca Seca Trío en Teatro Municipal Coliseo Podestá de La Plata. Producción de El Puente Arte y Agenda de Música Medio Limón, 9 de agosto de 2018.